El
próximo año, 2013, se cumplirá el centenario del viaje
de Enrique D'Almonte al Sahara Occidental y 99 años de
la publicación de los artículos y libro que dedicó a esta
expedición.
Enrique D'Almonte
Muriel, nacido en Cádiz en 1858, estudió la carrera de
Ingeniero de Caminos, pero, al parecer debido a la muerte de su
padre, abandonó esos estudios y preparó el ingreso en el cuerpo de
Auxiliares Facultativos de Minas, obteniendo destino en la “Comisión
para el mapa geológico de España”.
En 1880 pidió el
traslado a la Inspección General de Minas de Filipinas, entonces
todavía colonia española. En esta época viaja, por Java, Sumatra,
Borneo, Nueva Guinea, Molucas y Formosa y otros lugares de Asia y
Oceanía. Aprendió el tagalo y estudió chino y otros idiomas
orientales. En total residió en Filipinas casi 18 años y dirigió
la realización del mapa general de estas islas preparando, en total,
mas de 22 mapas.
Después de la
independencia, todavía regresó a Filipinas, volviendo
definitivamente a España en 1901. Trabajó en la cartografía de
Guinea junto a Emilio Bonelli y también en un estudio
geográfico del Sahara en el año 1913, que fue resultado de la
expedición que le encargó la Real Sociedad Geográfica, esta
expedición debía ser preparatoria de otras sucesivas que no llegó
a realizar. La conclusiones del viaje se publicaron en el Boletín de
la Real Sociedad Geográfica, en 1914, y como monografía, que la
Biblioteca Nacional de España ha incluido recientemente en su
colección digital.
ALMONTE, Enrique de
Ensayo de una breve descripción del Sahara español / por Enrique D'Almonte.
Madrid: [s.n.], 1914
(imp. del Patronato de huérfanos de Intendencia e Intervención
Militares).
227 p., [15] h. de lam.
; 24 cm. – (Publicaciones del Boletín de la Real Sociedad
Geográfica).
D'Almonte murió en 1917,
cuando el barco -el vapor “Carlos de Eizaguirre”- en el que
viajaba a Filipinas chocó con una mina frente al Cabo de Buena
Esperanza.
La obra consta de diez capítulos, el Iº, con el titulo de “Generalidades” describe los límites del entonces Sahara español, remitiéndose al Tratado de París de 27 de junio de 1900, así como a los convenios firmados con Francia en 1902 y 1904. Termina este capítulo con una estimación de la población que fija en unos 100.000 habitantes (incluyendo por el norte las tierras hasta el Uad Dra).
El capítulo IIº
lleva el título de “Hidrografía” describe la
costa saharaui, así como las corrientes marinas, la climatología y,
los pozos y manantiales costeros, desde Uad Dra hasta el cabo Blanco,
aclarando dudas y contradicciones de la toponimia de la costa. Se
incluyen tres mapas, uno de Puerto Cansado, otro del Fondeadero de
Tarfaya y Plano de Rio de Oro (Península de Dajla, bahía e isla
Herne). Además de los pozos y manantiales de la costa también
describe la hidrografía del interior (rios, uadis, gueltas, sebjas,
etc.).
El capitulo IIIº
lleva por título “Esbozo orográfico e indicaciones
geológicas”.
“Apuntes a
meteorología y climatología” es el contenido del capítulo
IVº, que es un resumen de los datos que le proporcionaron
residentes españoles en Río de Oro, junto a observaciones del
propio autor:
“...con
el terral aumenta
el
calor y
las
arenas se arremolinan penetrando por doquiera, lo mismo en el
interior de los recipientes mejor cerrados que en los ojos, las
narices, los
oídos
y la boca,a
pesar
de los velos que los moros oponen á
los
invasores corpúsculos. Los ojos no protegidos por preservadoras
antiparras, contraen fácilmente las conjuntivitis purulentas,
causadas por la acción conjunta del tenue polvillo y la
reverberación solar. Los alimentos se tornan crujientes de puro
saturados de arena”.
El
capítulo Vº dedicado a “Indicaciones relativas a la
flora” presenta una lista de plantas, algunas de
ellas identificadas con la colaboración de Odón de Buen, señalando
en algunos casos el uso tradicional que los saharauis hacían de
ellas, así como los movimientos de nomadeo en busca de los mejores
pastos.
En
el capítulo VIº, “Breve nota sobre la fauna
del Sahara español y la zona pelágica adyacente”, se
remité a los trabajos publicados en la Revista de Geografía
Comercial (julio-agosto-septiembre 1886) y al estudio titulado
Atravers de la Mauritanie Occidentale (Paris, 1911),
corroborando las observaciones proporcionados por Francisco Quiroga
M.M. A. Gruvel y R. Chudeau.
El
capítulo VIIº está dedicado a “La industria de las
pesquerías en el Sahara español” en el explica los
rudimentarios y elementales métodos de pesca de los saharauis que
habitaban la costa, los “moros de marea” como les denominaron los
españoles (imraguium o imraguen), y los métodos de conservación
mediante secado.
Proporciona
extensas listas de las especies que pueblan la zona, así como de las
especies migratorias que pasan por las aguas costeras saharauis.
El
resto del capítulo está dedicado a las actividades de la flotilla
pesquera canaria, métodos de pesca, preparación de la misma,
compañías pesqueras asentadas en las islas o en el Sahara, y a las
potenciales posibilidades de la industria pesquera en el Sahara.
Dedicado
al “Comercio” está el capítulo
VIIIº. Señala como zona adecuada para construir un puerto el
Msit -desembocabura de la Saguía el-Hamra- y las mercancías que
podrían ser objeto de comercio detallando los precios que alcanzan
en la región.
Lleva
por título el capítulo IX º“La acción
española en el Sahara”,
comienza con una introducción histórica del norte de África,
basada en fuentes romanas y medievales, estas últimas
fundamentalmente árabes, así como de principios de la edad moderna,
citando, de Mármol Carvajal, los datos que recoge de León el
Africano.
En
cuanto a la historia reciente del Sahara, nos habla del asentamiento
de Ma el Ainín en la Saguia el-Hamra (la “acequia
roja”, el rio que nace en la hamada y desemboca en el Atlántico)
sus relaciones e influencia entre la población saharaui, la
relaciones con el sultán de Marruecos Muley el-Hassán, y la
construcción de Smara en la Saguía, en la última década
del siglo XIX.
También
relata la cesión, por parte de España, del Adrar a Francia en los
tratados de 1900 y 1904, la ocupación de este por los franceses y la
lucha de Ma el-Ainín y los saharauis contra Francia y de como tras
la muerte de éste la lucha fue proseguida por sus hijos, El Hiba,
Merebbi Rebu y El Uali.
Otra
parte del capítulo está dedicada a las tribus que poblaban el
Sahara, así como a la descripción de costumbres, alimentación,
ocupaciones, organización social, etc. de los saharauis. Termina el
capítulo hablando de las perspectivas de la colonización española.
En
lo relativo a algunos aspectos de la alimentación reproduzco el
siguiente párrafo:
“La
escasa cebada ó trigo obtenidos en las depresiones cultivables del
Sáhara sin más operación de labra que arañar la tierra con una
estaca puntiaguda ó un escardillo. Son reservados para la temporada
en que escasea la leche de las camellas, por estar criando la mayor
parle de éstas. Generalmente se consume el grano tostado y entero.
Los que disponen de un mortero lo quebrantan, comiéndolo sin otra
preparación, pero el que posee alguna olla ó cacerola suele hacer
“sangleh” (gachas), que los Tidrariin y los imragium llaman “ax”.
El
último y Xº capitulo son unas “Indicaciones
encaminadas a facilitar las exploraciones ulteriores”
que compendia consejos, dificultades para viajar desde Canarias,
precios de la expedición, precauciones, etc.
Concluye
con una “Nota relativa al mapa-bosquejo del Sahara
español, adjunto a esta obra: trabajos consultados” y
una bibliografía: “Lista de las obras consultadas para la
redacción de este ensayo.”
El
mapa de la ilustración es el correspondiente a la costa de Dajla y tierras circundantes,
fue trazado por D'Almonte yse puede consultar en el fondo de la MDC
(Memoria digital de Catalunya) en la colección Mapes Antics delCentre Excursionista de Catalunya.