Ruperto Tovar (1891-1956)
y
Antonio Marín (1917-1937)
Ambos siguieron con alarma las noticias que se propagaban entre los madrileños acerca de una sublevación de las guarniciones de África, escucharon con atención la radio...
Antonio Marín García, 18 años, obrero de un taller donde se imprimía sobre chapa para botes de conserva, nacido en Vicálvaro, en el barrio de la perejilera ( hoy Madrid, calle de Amador Valdés) vecino de la misma casa que lo vio nacer, militante de la Juventud Socialista Unificada (JSU).
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Ruperto Tovar Coronado, 46 años, en aquellos días empleado de una compañía de seguros, nacido en
Macharaviaya (Málaga), avecindado en Madrid desde un par de meses antes de que se proclamara la IIª República, vívía en la carretera de Aragón (hoy c/Alcalá) a unos cientos de metros del domicilio de Antonio Marín.
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En las horas siguientes Antonio se dirigió a la casa del pueblo de su barrio y más tarde hacía el cuartel de la montaña. Ruperto, todavía el día 19, salió vestido de traje y corbata a vender seguros, aún pensaba que la sublevación no era más que un cuartelazo que el gobierno controlaría en pocos días.
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Ruperto se encontraría con los primeros grupos de milicianos y los primeros controles. Por su aspecto debió de levantar sospechas, pero, según contaría más tarde, sus explicaciones y su carnet de afiliado al Partido Federal Republicano disiparon las dudas de los milicianos. Vista la situación pensó que no era el momento de vender seguros.
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Su esposa Teresa Aranda, también de Macharaviaya, y su hija Pepita recordaban que salió vestido de traje y cuando finalmente volvió, lo hizo vestido con un “mono” y una pistola al cinto “llevaba un pistolón enorme en una funda de madera colgada del cinturón”
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También volvió a su casa, brevemente, Antonio con su mono de trabajo y un fusil al hombro, despertando la admiración, y algo de envidia, de su hermano Pepe, unos tres años menor que él, y el entusiasmo de alguno de sus tíos que en ese momento estaban presentes, también de vuelta del combate.
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Algún día después Ruperto bajaba por la carretera de Aragón, tenía que presentarse a las tareas militares que le habían encomendado y se dirigía al metro de Ventas, parapetados tras los gruesos árboles que entonces flanqueaban la carretera algunos milicianos controlaban el paso de vehículos, ya que en los días precedentes todavía los fascistas emboscados habían atentado disparando contra las gentes desde coches circulando a gran velocidad.
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Poco antes del cruce con la carretera del este ( actualmente avda. de Daroca) reparó en un muchacho de unos trece años que hablaba con uno de los milicianos, al miliciano no le conocía, al muchacho sí, aunque no sabía su nombre, era alumno del colegio Campoamor que justamente ocupaba la planta de pisos bajo el cual él vivía, y además recordó que aquel muchacho andaba tonteando con su hija Pepita...
El muchacho en cuestíón se llamaba Rafael Fernández y el miliciano con el cual charlaba aquella tarde era su primo Antonio Marín.... (años más tarde Rafael se casó con la hija de Ruperto Tovar, Pepita...)...
Antonio Marín murío en combate al año siguiente, ya era teniente del ejército republicano ...su hermano Pepe, falsificando la edad, consiguió alistarse...
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A Ruperto Tovar, finalmente, le destinaron a labores culturales en la línea de frente, dió clases a los milicianos y repartió libros en las trincheras. En marzo de 1939 terminó con otros miles en el puerto de Alicante, pasó por el “campo de los almendros”y posteriormente permaneció varíos años en la cárcel.
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